Diversidad, biología, evolución, ecología, pesca, conservación, evolución, con especial atención a las especies presentes en Galicia.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Los tigres del mar (1916)


"Por la posición de la boca, el tiburón tiene que volverse vientre arriba para tragar la presa; los negros aprovechan tal desventaja, abriéndoles el vientre con filoso cuchillo."

Volvemos a sumergimos en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional para rescatar un curioso reportaje sobre tiburones publicado hace casi exactamente 100 años, el 16 de diciembre de 1916, en una de las revistas ilustradas más importantes del Cono Sur, Caras y Caretas. Fundada en Montevideo en 1890 por el periodista español Eustaquio Pellicer, en 1898 se trasladó a la Argentina, donde continuaría editándose hasta 1941. Para que os hagáis una pequeña idea de su extraordinaria calidad, entre sus páginas encontramos textos de las más grandes figuras políticas y literarias del momento, tanto españolas como americanas: Castelar, Unamuno y nada menos que Valle-Inclán, además de Rubén Darío, Leopoldo Lugones o mi admirado Horacio Quiroga. Un lujo.

Lo que tenemos ante nosotros es un retrato sesgado, cargado de prejuicios y con un inevitable punto de sensacionalismo, lo cual es comprensible, pues su punto de partida son los trágicamente famosos ataques ocurridos durante la primera mitad de aquel caluroso mes de julio de 1916 en la costa de New Jersey y en el río Matawan (no "Natawan", como dice el texto), a 25 km de su desembocadura, con el resultado de 4 muertos y un herido. En estos hechos se inspiraría Peter Benchley para construir su también famoso best-seller.
     Como siempre, respeto la ortografía y puntuación del original, así como el uso de las cursivas.


Los tigres del mar
     Las aguas de Nueva York y sus cercanías, se han visto este verano último infestadas por una verdadera plaga de tiburones. En la playa de Nueva Jersey provocaron entre los bañistas un verdadero terror, habiendo sido devorados algunos infortunados nadadores. Las aletas triangulares cruzaban por delante de los balnearios en busca de sabrosa presa, y el pánico fué tal que nadie se atrevía a separarse de la orilla.
     Los marinos se dedicaron a la caza de los peligrosos peces, logrando capturar varios ejemplares pertenecientes a diversas variedades de la gran familia de los squalos.¹
     El día 1º de agosto se apresó en Natawan Creek [sic], a un gran tiburón blanco, el prototipo de los comedores de hombres.
     Abierto el pez, que medía solamente 7 1/2 pies de largo, se le encontró el vientre repleto de humanos despojos. En opinión de J. F. Nichols, ictiólogo del Museo de Historia Natural de Nueva York, a dicho squalo y sus congéneres deben atribuirse la responsabilidad de las desgracias ocurridas.
     La misma opinión ha sido emitida por Mr. Robert C. Murphy, profesor del Brooklyn Museum; pues a lo que parece de las numerosas variedades que tiene el orden de los squalos sólo son peligrosas [sic] dos tipos, el tiburón tigre y el blanco (o squalus carcharias), al cual se puede considerar como el característico de todo el orden.
     Se distingue el tiburón, desde luego, por su cuerpo prolongado, piel durísima y gran cabeza plana; el aparato olfatorio es finísimo y le permite husmear desde lejos su presa, aún entre la obscuridad; la abertura de la boca, que ofrece la forma de un semicírculo, está situada debajo de la cabeza, y de sus dimensiones se podrá juzgar sólo con saber que medido el contorno de la mandíbula superior iguala a la quinta parte del total del pez.
     La boca está armada con varias filas de terribles dientes propios para desgarrar. El gaznate es tan grande que le permite tragarse un hombre casi entero o en pocos trozos.
     Feroz por su insaciable voracidad, ávido siempre de sangre, puede considerársele como el tigre del mar.
     Desconoce el temor; persigue con furia y acomete a todo cuanto se mueve y provoca su apetito; libran entre ellos batallas sin cuartel, y entonces se les ve elevarse sobre las aguas, los ojos sanguinolentos, inflamados por la cólera, descargando tan terribles golpes con la cola que, según los viajeros, entre ellos Bosmán², el ruido del combate se propaga a gran distancia, por la superficie del mar.
     Los tiburones se encuentran en todos los climas, pudiendo asegurarse que han invadido los mares tanto del Nuevo como del Antiguo continente.
1.— Tiburón blanco. "Comedor de hombres". Color plomizo ceniciento; longitud, siete metros.
2.— Escualo de arenas. Color gris; longitud media, dos m.
3.— Perro de mar. Color gris pálido; longitud media, un metro.
4.— Nariz aguda. Color gris; longitud, 90 centímetros.
5.— Trillador. De cola puntiaguda; color negruzco; longitud media, tres m.
6.— Pez martillo. Color gris amarillento; longitud media, tres metros.
7.— Cabeza de pala. Color ceniciento uniforme; longitud media, metro y medio.
8.— Escualo caballa. Color gris azulado obscuro; longitud media, 65 cents.
9.— Tiburón negro. Color negro y gris; longitud media, dos m.
10.— Gran escualo azul. Azul y gris; longitud media, tres m.
11.— El tiburón espina, parecido al caballa; tamaño medio, un m.
(Caras y caretas, 16 de diciembre de 1916, p. 46.)

La identificación de algunas especies resulta bastante complicada puesto que desconocemos no solo sus nombres científicos y la obra de donde se han tomado, sino el ámbito geográfico al que pertenecen. En algunos casos la descripción y el dibujo pueden ayudarnos, en otros ocurre lo contrario. 
     Lo que parece evidente es que las especies 9 y 11 están cambiadas: en mi opinión, el «tiburón espina» sería el 9, y el «tiburón negro» el 11. La forma corporal estilizada del primero unida a la mancha oscura en el ápice de la pectoral hacen pensar, no en un tiburón espina, sino en un spinner shark (Carcharhinus brevipinna). Mientras que las grandes aberturas branquiales y el cuerpo más rechoncho del tiburón negro, tal vez (solo tal vez) remitan a un Lamna nasus, que en efecto es, además, «parecido al caballa».
     En cualquier caso, y a falta de más datos, lo que sigue no es más que una conjetura: 1. Carcharodon carcharias, obviamente. 2. Tiburón toro (Carcharias taurus). 3. Alguna variedad de mielga o galludo (Squalus sp.). 4. Problemente alguna especie de tiburón hocicudo (Rhizoprionodon sp.). 5. Tiburón zorro (Alopias sp.). Por tamaño la especie que más se acerca sería el A. pelagicus, pero la descripción y el dibujo apuntarían a un A. vulpinus6. Tiburón martillo (Sphyrna mokarran). 7. Lanetón (Sphyrna tiburo). 8. Uno pensaría en el marrajo (Isurus oxyrinchus), si no fuera por el desconcertante «65 cents» de longitud media, que probablemente sea una errata. 9. Jaquetón picudo (Carcharhinus brevipinna) (?)  10. Tintorera (Prionace glauca). 11. Cailón (Lamna nasus) (?).
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¹Portada del Philadelphia Inquirer con la noticia de una de esas capturas:

²No he sabido identificar a ese tal Bosmán. Tal vez se refiera Willem Bosman (1672-1703), comerciante al servicio de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales cuya descripción de la Guinea neerlandesa (parte de la Ghana actual), en el golfo de Guinea, se convirtió, debido a su exactitud, en una obra de referencia. (Se agradecen sugerencias.)

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